Ese viaje familiar a Nueva York que sólo se hace una vez en la vida necesita ser conmemorado, y lo ideal sería con una bonita foto enmarcada y expuesta con orgullo, en lugar de con muchos selfies fallidos. Fue precisamente esta constatación, en Times Square hace muchos años, la que impulsó a los fundadores Martine Rooth y Kasper Middelkoop a crear un negocio en el que fotógrafos (profesionales o aspirantes) y consumidores (turistas internacionales o familias de excursión) pudieran ponerse fácilmente en contacto de forma ad hoc, para sesiones fotográficas espontáneas o planificadas en lugares de interés turístico.
Con Smiler, los fotógrafos pueden ganar hasta 120 euros por hora en función de su rendimiento. Los fotógrafos se inscriben en la plataforma Smiler y reciben información en línea y algunas prácticas con fotógrafos experimentados de Smiler. Una vez incorporado, el fotógrafo se desplaza a uno de los lugares de la lista y se acerca a los visitantes de forma proactiva para realizar una sesión fotográfica. Los consumidores también pueden elegir de antemano un fotógrafo y un lugar y concertar una cita a través de la plataforma. Entre las localizaciones figuran lugares populares de dominio público, pero Smiler también colabora con parques temáticos, museos, zoológicos y similares.
El fotógrafo pone a disposición las imágenes resultantes a través de la plataforma. Smiler facilita el intercambio de la información necesaria con códigos QR, creando un recorrido del cliente rápido y sin contacto. Los consumidores solo pagan por las fotos que desean, por lo que no hay riesgo alguno. Para el fotógrafo, es una forma divertida y flexible de complementar sus ingresos. Smiler también sigue añadiendo funcionalidades, como la posibilidad recientemente añadida de reservar una sesión por adelantado.